lunes, 20 de enero de 2020

USO DE AGUA DE LLUVIA PARA RIEGO (PARTE 1)

Foto de almendro en el interior de Valencia
Gran parte de los alimentos que necesitará un creciente número de habitantes de los países en desarrollo en el futuro próximo procederá sobre todo de los cultivos de secano y no de los cultivos bajo riego ya que las posibilidades de incrementar el área bajo riego son limitadas. Las zonas subhúmedas y semiáridas están caracterizadas por períodos sin lluvias, tanto dentro las estaciones lluviosas o entre las mismas; estas son, además, generalmente impredecibles. Por estas razones, el rendimiento de los cultivos y las pasturas y la cantidad de agua en las corrientes son afectados no sólo por la cantidad total de agua de lluvia en una estación específica, sino también por la frecuencia, la duración y la severidad del estrés hídrico sobre las plantas en distintas etapas de su crecimiento.

Es necesario otorgar mayor atención al valor, la captura y el uso del agua de lluvia para aumentar la producción de las tierras de agricultura de secano en los trópicos y subtrópicos, lo cual se justifica por dos razones importantes:

Un creciente número de habitantes rurales de escasos recursos vive en áreas donde dependen sólo del agua de lluvia para la producción de sus cultivos y para las necesidades domésticas.

Dado que los rendimientos de los cultivos en los campos de los pequeños agricultores están muy por debajo de la media de las parcelas bien manejadas de las estaciones experimentales, es posible obtener un modesto incremento de los rendimientos mientras que, proporcionalmente, mayores incrementos en las áreas regadas parecen ser improbables.

La productividad del suelo debería ser mantenida y mejorada en todo momento; presenta dos características fundamentales que se deben cumplir, sin las cuales el crecimiento de las plantas será limitado y la productividad de los suelos no será sostenible:

Suficiente agua en el suelo, con óptimas proporciones de espacios de poros y sólidos y de suficientemente larga persistencia a tensiones disponibles para las plantas: es fundamental para que estas completen su ciclo de crecimiento.

En los suelos dañados, obtener una máxima porosidad, mantenerla adecuadamente y mejorar y mantener su capacidad de autorecuperación biológica son formas efectivas de mejorar la producción de los cultivos en las zonas en que el agua de lluvia es un factor limitante (Shaxson, 1993).

El éxito del manejo de agua en los sistemas de secano se basa en: (1) la retención de la precipitación pluvial en la tierra; (2) la reducción de la evaporación y (3) la utilización de cultivos tolerantes a la sequía que se adecuan a los modelos de lluvia (Stewart, 1985). Esto genera tres preguntas importantes:

¿Puede el agua introducirse rápidamente en el suelo a fin de evitar la escorrentía?

¿Está el suelo en condiciones de permitir la absorción de agua por las plantas sin que sufran los efectos nocivos del estrés hídrico en sus tejidos y permitir la transmisión del exceso de agua a las aguas subterráneas?

¿Cómo es posible mejorar la capacidad técnica de los agricultores respecto al manejo del suelo y de los cultivos a fin de eliminar las diferencias que se encuentran entre los rendimientos de las estaciones experimentales y los que se obtienen en el campo de los agricultores?

Para corregir efectivamente estos problemas sobre la capacidad para producir cultivos y mantener las corrientes de agua no es suficiente considerar solamente los factores macroscópicos. Un programa de acción debe estar basado también en la comprensión de lo que ocurre a nivel microscópico. Esto incluirá comprender como las plantas y los suelos funcionan conjuntamente y como se espera que reaccionen a las intervenciones propuestas. Por ejemplo:

El colapso o la compactación de los poros de todos los tamaños es la razón principal por la cual el agua no puede entrar en el suelo y origina la escorrentía.

Un factor clave para la sostenibilidad del suelo es el mantenimiento de la capacidad biológica de autorecuperación y como favorecer esta actividad biológica en el campo.

Una comprensión amplia de tales factores puede llevar a un mayor respeto por el suelo como ambiente para la actividad biológica, para meso- y microorganismos, así como también para las raíces.

**Texto extraido del documento de la FAO titulado "Optimización de la humedad del suelo para la producción vegetal" (www.fao.org).

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